Resumen: ALCANZANDO LA SOSTENIBILIDAD.

En este texto el autor discute sobre qué es necesario tener en cuenta para concluir si un agroecosistema es sostenible o no y determinar por qué; o especificar como construir un ecosistema sostenible en una biorregión particular. Presenta parámetros de sostenibilidad – características claves específicas de los agroecosistemas que juegan un papel clave en su función - y determina en qué nivel o condición se deben mantener estos parámetros para que la función sea sostenible.

El proceso de identificar los elementos de sostenibilidad empieza con dos tipos de sistemas existentes: los ecosistemas naturales y los agroecosistemas tradicionales. Ambos han demostrado sostenibilidad a lo largo del tiempo en términos de la mantención de productividad y cada uno ofrece un tipo diferente de base epistemológica. Entonces, a partir de esas referencias de sistemas es posible llegar a un término medio, junto a la estructura y función de ecosistemas naturales hacia la conversión de agroecosistemas no sostenibles a los de tipo sostenibles.

Comparando ecosistemas naturales, agroecosistemas sostenibles y agroecosistemas convencionales verificamos que la diversidad, la resiliencia y la autonomía están más cercanos en los ecosistemas naturales y más lejanos en los agroecosistemas convencionales. De esta comparación se puede llegar al principio general de que cuanto mayor la similitud estructural y funcional de un agroecosistema con los ecosistemas naturales de su región biogeográfica, más grande la probabilidad de que el agroecosistema sea sostenible.

Los agroecosistemas tradicionales son reconocidos por la ciencia agroecológica como ejemplos de función sostenible que hace uso de un sofisticado conocimiento ecológico aplicado. De otra manera, el llamado proceso de modernización de la agricultura, continuará destruyendo el conocimiento probado en el tiempo que estos sistemas engloban; un conocimiento que podrá servir como punto de partida para la conversión de sistemas más sostenibles en el futuro.

Las principales características de los agroecosistemas tradicionales son: no dependen de insumos externos adquiridos en el mercado; hacen un uso amplio de recursos renovables y disponibles localmente; enfatizan el reciclaje de nutrimentos; tienen impactos benéficos o con un efecto negativo mínimo en el ambiente, dentro y fuera de la unidad de producción; están adaptados o son tolerantes a las condiciones locales, en lugar de depender del control o la alteración total del ambiente; son capaces de aprovechar todas las variaciones microambientales en el sistema de cultivo, la unidad de producción y la región; maximizan los rendimientos sin sacrificar la capacidad productiva a largo plazo del sistema como un todo y la habilidad de los humanos para usar los recursos de manera óptima; mantienen diversidad espacial y temporal; y continuidad; conservan la diversidad biológica y cultural; se apoyan en el uso de variedades de cultivo locales y a menudo incorporan plantas y animales silvestres; usan la producción para satisfacer primero las necesidades locales; son relativamente independientes de factores económicos externos; y están construidos sobre el conocimiento y la cultura de los habitantes del lugar.

La crisis por la que pasa la agricultura moderna, sobretodo en lo que concierne a la agresión del medio ambiente está llevando muchos agricultores convencionales a una transición hacia prácticas ambientalmente más sanas, y que tienen potencial para contribuir a la sostenibilidad a largo plazo (Nacional Research Council 1989). Varios factores están animando a los productores a comenzar este proceso de transición: el costo ascendente de la energía; los bajos márgenes de ganancia de las prácticas convencionales; el desarrollo de nuevas prácticas que se vislumbran como opciones viables; la creciente conciencia ambiental entre consumidores, productores y entidades reguladoras y, mercados nuevos y más fuertes para productos agrícolas cultivados y procesados con métodos alternativos.

El proceso de conversión es normalmente complejo y puede requerir cambios en las prácticas de campo, y en el manejo cotidiano, la plantación, la comercialización y la filosofía de la unidad de producción. Los siguientes principios pueden ser tomados en cuenta en el camino de la transición: Cambiar de un manejo de flujos de nutrimentos a uno de reciclaje de nutrimentos; usar energía de fuentes renovables en reemplazo de fuentes no renovables; eliminar el uso de insumos humanos externos no renovables, sobretodo los que dejan residuos contaminantes; priorizar el uso de materiales naturales en lugar de usar insumos sintéticos, manufacturados; manejar las plagas, enfermedades y arvenses en lugar de “controlarlas”; reestablecer las relaciones biológicas que pueden darse naturalmente en la granja en lugar de reducirlas o simplificarlas; hacer combinaciones más apropiadas en el patrón de cultivos, y el potencial productivo y las limitaciones físicas del paisaje agrícola; usar una estrategia de adaptación del potencial genético y biológico de las plantas cultivables y especies animales, a las condiciones ecológicas de la granja, y no modificarla para satisfacer las necesidades de cultivos y animales; valorar más el estado general de salud del agroecosistema, que el producto de un sistema de cultivo o el de una temporada del año; enfatizar la conservación del suelo, agua, energía y recursos biológicos; incorporar la idea de la sostenibilidad a largo plazo en el diseño y manejo del agroecosistema en conjunto.

Es posible hablar que hay por lo menos tres niveles distintos de conversión hacia la sostenibilidad o hacia sistemas más sanos del punto de vista ambiental: Nivel 1 - incrementar la eficiencia de las prácticas convencionales para reducir el consumo y uso de insumos costosos, escasos, o ambientalmente nocivos. Practicado en gran medida por la investigación agrícola convencional.
Nivel 2 - Sustituir prácticas e insumos convencionales con prácticas alternativas. En este nivel, la meta de conversión es reemplazar prácticas y productos que degradan el ambiente y hacen un uso intensivo de los recursos, por aquellas que sean más benignas ambientalmente. La investigación en producción orgánica y agricultura biológica ha enfatizado esta vía. En los sistemas convencionales también se dan aquellos que sustituyen insumos.
Nivel 3: Rediseño del agroecosistema de manera que funcione sobre las bases de un nuevo conjunto de procesos ecológicos. Más que encontrar formas más sanas de resolver problemas, se previene su aparición. La investigación en producción agroecológica trabaja en este nivel.

La evaluación de los esfuerzos de conversión en granjas individuales ayudará a convencer a segmentos más grandes de la comunidad agrícola, de que la conversión a prácticas sostenibles es posible y económicamente factible. El tiempo necesario para completar el proceso de conversión depende en gran medida del tipo de cultivo o cultivos que se tiene, de las condiciones ecológicas donde se encuentra localizada la granja y de la historia previa de manejo y uso de insumos. Para cultivos anuales, el período de tiempo podría ser tan corto como tres años, y para sistemas ganaderos y cultivos perennes, el período es probablemente de al menos 5 años. El estudio del proceso de conversión implica varios niveles de análisis y toma de datos:
1. examina los cambios en los procesos y factores ecológicos en el tiempo mediante muestreos y seguimiento.
2. Observa cómo cambian los rendimientos con el cambio de prácticas, insumos, diseños y manejo.
3. Entiende los cambios en el uso de energía, mano de obra y rentabilidad que acompañan los cambios mencionados anteriormente.
4. Basado en observaciones acumuladas, identifica los indicadores clave de la sostenibilidad y continúa su seguimiento en el futuro.
5. Identifica los indicadores que son de fácil acceso al productor y pueden ser adaptados para programas de seguimientos en granjas, pero que están relacionados con nuestra comprensión de la sostenibilidad ecológica.

Para establecer criterios para la sostenibilidad agrícola el problema central es saber cómo los parámetros ecológicos del sistema están cambiando en el tiempo. ¿Las bases ecológicas de la productividad del sistema están manteniendo o mejorando, o se están degradando de alguna manera? Un agroecosistema que será improductivo algún día nos dará numerosas pistas sobre su condición futura. Sus fundamentos ecológicos pueden estarse destruyendo a pesar de seguir dando rendimientos aceptables: la erosión progresiva de la capa arable del suelo; acumulación de las sales; reducción de la diversidad de la biota del suelo. Los insumos en fertilizantes y plaguicidas permiten enmascarar estos signos de degradación pero, hay algunos que pueden ser detectados por el agricultor o el investigador. Una multitud de parámetros ecológicos, todos interactuando, determina la sostenibilidad; considerar cada uno independientemente o apoyarse en sólo unos poco puede ser erróneo. Además, algunos parámetros son más críticos que otros y los logros en un área pueden compensar las pérdidas de otras.

El análisis de la sostenibilidad o insostenibilidad de los agroecosistemas se puede aplicar en una variedad de formas. Los investigadores o agricultores pueden usar alguna de las siguientes, en forma individual o combinada: proporcionar evidencia de insostenibilidad en una unidad de producción para motivar los cambios en ella; proveer evidencias de la insostenibilidad de sistemas o prácticas convencionales en forma general, para argumentar cambios en la política agrícola o valores sociales con respecto a la agricultura; predecir cuánto tiempo puede mantenerse productivo un sistema; predecir formas específicas para evitar un colapso productivo en ausencia del rediseño completo del agroecosistema; sugerir maneras de restaurar o regenerar un agroecosistema degradado;

Para los agroecosistemas convencionales la productividad es medida en términos de rendimiento. Sin embargo, solo la medida de la producción no es adecuada, porque la meta es la producción sostenible. Esto significa centrarse en la productividad el conjunto de procesos y estructuras seleccionados y mantenidos activamente por el productor para producir la cosecha. Desde una perspectiva ecológica, la productividad es un proceso de los ecosistemas que implica la captura de la energía lumínica y su transformación en biomasa. Es en esta biomasa finalmente, en la que descansan los procesos de la producción sostenible. Así, en un agroecosistema sostenible, la meta es optimizar el proceso de productividad, de tal forma que asegure el rendimiento más alto posible sin causar degradación ambiental, más que pugnar por e rendimiento máximo a cualquier costo. Si los procesos de productividad son ecológicamente sanos, la producción sostenible sobrevendrá.

Es necesario parámetros ecológicos que se pueden estudiar y monitorear en el tiempo, para evaluar la transición hacia la sostenibilidad o a la insostenibilidad. Estos parámetros incluyen aspectos tales como diversidad de especies, contenidos de materia orgánica y profundidad de la capa arable del suelo. Para cada parámetro la teoría ecológica sugiere un tipo general de condición o cualidad que es necesaria para el funcionamiento sostenible del sistema tal como la alta diversidad, alto contenido de materia orgánica y capa arable de gran espesor. Las tasa específicas, niveles, valores y estatus de estos parámetros, que juntos indican una condición de sostenibilidad, variarán. Sin embargo, para cada agroecosistema, debido a las diferencias en el tipo de unidad de producción, recursos utilizados, clima local y otras variables específicas al lugar donde están localizados. Cada sistema, por lo tanto, se debe estudiar separadamente para generar conjuntos de indicadores de sostenibilidad específicos.

La investigación agroecológica estudia el cimiento ambiental del agroecosistema, así como el complejo de procesos implicados en el mantenimiento de la productividad a largo plazo. También, establece las bases ecológicas de la sostenibilidad en términos de uso y conservación de recursos, incluyendo el suelo, el agua, los recursos genéticos y la calidad del aire. Así mismo, analiza las interacciones entre los muchos organismos del agroecosistema, empezando a nivel del individuo y terminando a nivel del ecosistema, a medida que se revela la dinámica del ecosistema en su conjunto.

Los conceptos y principios ecológicos en los cuales está basada la Agroecología, establecen una perspectiva del sistema en su totalidad para el diseño y manejo de sistemas agrícolas sostenibles. La aplicación de métodos ecológicos es esencial para determinar: 1) si una práctica agrícola en particular, un insumo o una decisión de manejo es sostenible, y 2) cuál es el fundamento ecológico para el funcionamiento a largo plazo de la estrategia de manejo escogida. La perspectiva holística de la Agroecología significa que en lugar de enfocar la investigación en problemas muy específicos, o en una sola variable en un sistema de producción, estos problemas o variables se estudian como parte de una unidad mayor.

Para que la investigación agroecológica contribuya a lograr una agricultura más sostenible, debe establecerse un marco para medir y cuantificar la sostenibilidad (Liverman et al. 1988, Gliessman 1990b). Los agricultores deben ser capaces de evaluar un sistema específico para determinar qué tan lejos está de la sostenibilidad, cuáles son los menos sostenibles, exactamente cómo se puede cambiar para lograr ser sostenibles. Una vez que se diseña un sistema con la intención de que sea sostenible, los agricultores deben ser capaces de darle seguimiento para determinar si se ha logrado este funcionamiento. Las herramientas metodológicas para completar esta tarea pueden tomarse prestadas de la ecología. La ecología ha desarrollado un conjunto de metodologías para la cuantificación de características del ecosistema, tales como el reciclaje de nutrimentos, el flujo de energía, la dinámica poblacional, la interacción de las especies y la modificación del hábitat. Usando estas herramientas, las características de los agroecosistemas y cómo son afectados por los humanos se pueden estudiar desde un nivel tan específico como un individuo de una especie, hasta un nivel tan amplio como el del ambiente global.

Para finalizar, el autor afirma que un enfoque agroecológico es más que la ecología aplicada a la agricultura. Debe considerar una perspectiva cultural a medida que se expande para incluir a los humanos y sus impactos en los ambientes agrícolas. Los sistemas agrícolas se desarrollan como resultado de la coevolución que ocurre entre cultura y ambiente, y una agricultura verdaderamente sostenible valora tanto los componentes agroecológicos como los humanos, así como la interdependencia que se desarrolla entre ambos.

Resumen del texto original de Stephen Gliessman con mismo titulo.

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